Hoy vamos hablar de un aspecto muy importante en la producción de un alimento y este es la cantidad de agua dulce que necesitamos para producirlo.
Para producir medio kilo de trigo se requieren 500 litros de agua; para medio kilo de maíz, 450 litros; y para medio kilo de lentejas 25 litros.
Esto es una media que se tiene, que aparece en Google, pero que no tiene porque ser del todo cierto o se puede aplicar a todos esos productos por igual.
Lo primero que tenemos que diferenciar en la producción de un producto alimentario es si este está acompañado de riego o no, ya que esto nos permitirá determinar la cantidad de agua que se utiliza para su producción.
En nuestro caso, los olivares abandonados en los que trabajamos y que intentamos recuperar, se encuentran en la misma montaña, donde no suele haber acceso al agua de ningún embalse y por tanto tienen que sobrevivir únicamente con el agua de lluvia.
Nuestra misión no es otra sino la de acondicionar el suelo para que pueda aprovechar al máximo esa agua caída del cielo, utilizando prácticas regenerativas y ecológicas.
Sabemos que el agua dulce disponible es un recurso finito y necesario para la supervivencia humana por lo que en nuestro caso particular queremos producir con huella hídrica 0, un reto muy grande que tenemos por delante.
Sabemos que se necesita agua para producir ciertas cosas pero lo único que tenemos que ser es conscientes de cada acción que realizamos como consumidores en nuestra vida cotidiana.
Así que cuando pienses en huella hídrica pregúntate si ese producto utiliza agua de riego, de donde proviene ese agua y como se utiliza para su producción.